miércoles, 9 de junio de 2010

Trilogía Mad Max



   Un clásico del cine de ciencia-ficción apocalíptico, protagonizado por Mel Gibson, hecho de la pasta de los precursores, de los que crean iconos que luego son copiados homenajeados en obras posteriores. Además, tiene el curioso mérito de ser el único caso de una trilogía donde la mejor es la segunda parte… Hum, bueno, no, está “el Imperio Contraataca”, de la saga de La Guerra de las Galaxias”, y supongo que habrá algunos casos sueltos más por esos mundos del cielo, así que tampoco es tan unívoco en sí mismo… En fin, esto no es un resumen, sino algunas reflexiones de lo que más me ha llamado la atención de las tres partes. Por supuesto, cuento spoilers y hago referencia a sus momentos más importantes, así que quien no haya visto las tres películas, que no siga leyendo:

    La primera, Mad Max, es una catastrofista road movie. En un mundo no muy lejano, de violencia sin control y profunda decadencia, una banda de motoristas, amos de la carretera, asesinos y violadores, quiere vengarse del policía que mató a uno de sus hombres. Destruyen todo lo que encuentran en su camino, sabedores de que nadie puede detenerlos, hasta encontrar a Max, el interceptor. La lucha es cruel, y son asesinados la mujer y niño de Max. Así, éste busca su venganza y pasa de policía a justiciero. Cuando el sistema no puede controlar a los violentos, la Ley del Talión es la única posible. Ese es el mensaje de toda la trilogía, la venganza individual, junto al manido “el hombre es un lobo para el hombre”.

   Hay un pequeño juego mental en la película. A la eterna pregunta: ¿las personas cambian, o en el fondo son siempre las mismas? Bueno, el autor dice: no, las personas siempre son fieles a sí mismas… salvo que sufran un terrible golpe, una inhumana experiencia. Entonces, es imposible predecir sus reacciones. Incluso Max, un hombre bueno, feliz padre de familia, ejemplar policía se puede convertir en un asesino despiadado ansioso de sangre y venganza, en Mad Max, el terror de la carretera. Porque nuestra vida la forman nuestro yo y nuestras circunstancias.

   La segunda parte, Mad Max, the Road Warrior, para mí la mejor, como ya he dicho, presenta un paisaje mucho más apocalíptico, en realidad, post-apocalíptico, donde el sistema social ha sido destruido totalmente, pequeñas comunidades sobreviven en torno a pozos de petróleo y el individuo es el único dueño y salvador de su propia vida. Dependerá sólo de él, de su pericia, suerte e intuición, vivir o morir, matar o ser asesinado.

   Hay una frase célebre en esta entrega: “¿Queréis salir de aquí? ¡Hablad conmigo!”, que resumen con precisión lo dicho anteriormente: el individuo como factor decisivo en un entorno social. La anterior sociedad de masas había diluido la responsabilidad individual social, pues todo ocurre a través de una compleja maquinaria movida por millones de personas donde una sola persona poco puede hacer por invertir el resultado global. Pero, en un mundo destrozado, donde grupos aislados luchan por su supervivencia, enfrentándose unos a otros por el bien más preciado, el petróleo, los actos de un solo hombre pueden cambiar el sentido de la historia de las personas que viven a su alrededor.

   La escena más recordada es, sin duda, la de la persecución del camión cisterna. Espectacular, muy bien coreografiada, y rodada en varías días, por su complejidad, lo que hace el cielo presente un aspecto cambiante según tomas de una días u otro, claro. De hecho, tuvo tanta resonancia que fue de nuevo incluida, de manera ligeramente distinta, con persecución un tren, en la última entrega de la saga. La lucha por la supervivencia, por la supremacía en la carretera. Máquinas y hombres luchando por lo mismo, con muerte, destrucción y un solo vencedor. Todo para ganador, nada para el derrotado.

   Por cierto, no lo quería decir, pero odio al niño de boomerang, como todo el mundo, imagino. Que él sea el primer narrador es, posiblemente, la tacha más grande que le podría poner a la película. En fin, ya se sabe, nada es perfecto.

  La tercera parte, Mad Max, Beyond Thunderdome (más allá de la Cúpula del Trueno), es, creo, la más flojita, aunque te lo sigas pasando más o menos bien. Tiene la presencia estelar de la cantante Tina Turner, que ya por entonces tenía arrugas. Imaginad ahora como debe estar la pobre… Hum, me desvío del tema. Esta película se centra en el apocalipsis del apocalipsis. El petróleo prácticamente ha desaparecido, y hay que buscar medios energéticos alternativos para sobrevivir: el metano. Producido a través de los excrementos de cerdos, demuestra la más penosa caída de la raza humana, sobreviviendo gracias a la mierda, y donde el vigilante de la mierda es el amo que domina la ciudad a su antojo. Je, si esto no es simbolismo duro y descarnado, no sé que podría serlo…

   Esta parte también tiene su frase mítica, como la anterior entrega: “¡Dos hombres entran, uno sale!”. Así es la pura lucha por la supervivencia. La salvación de uno es la muerte del otro. Es una recreación vulgar de las luchas en el foso romano entre gladiadores, donde sólo el más fuerte sobrevivía hasta el próximo combate. Es la ley del desierto, donde los puntos de supervivencia son luchados centímetro a centímetro, donde se triunfa o se muere, siempre más dura que la ley del mar, donde hay mucho espacio donde vivir, donde escapar y esconderse si es necesario.

   Lejos de ellos, más allá del gulag, los niños, el futuro, viven junto al río, en un pequeño paraíso, separados del resto del mundo. Son la antítesis del oasis decadente y apestoso donde los restos humanos que algún día fueron personas honestas y decentes sobreviven en una charca de cerdos (literalmente). La simbología tan opuesta entre esas dos formas de vida es evidente, el futuro contra el pasado, y Max, lógicamente ayuda al futuro para que sobreviva y pueda crear un mundo mejor, alejado de los restos polvorientos que no llevan en su interior más que la semilla de su propia destrucción. Muy profundo, la verdad, el mensaje.

   Y final. Hay una cuarta entrega en el viento. Qué Dios nos pille confesados, por eso…

martes, 25 de mayo de 2010

Tiempos Modernos, de Charles Chaplin


   Escrito, dirigido y protagonizado por Charles Chaplin. Antiguamente, el proceso creativo era mucho más básico que hoy en día, lo que permitía más control sobre la obra. Eran relativamente comunes los ejemplos de guión, dirección e interpretación realizados por la misma persona. Época romántica, sin duda.

   El principio es una síntesis: “Tiempos modernos; una historia sobre la industria y la iniciativa individual; la cruzada de la humanidad en busca de la felicidad”. Qué grande, de verdad; una meta dentro de la misma película; un resumen de su idea, una burla de su propia satírica. Evidentemente, en los principios del cine no había el concepto de subtexto y de simbolismo, así que había que pre-preparar al espectador para que entendiese el sentido de lo que iba a ver.

  El gran hermano que controla toda y vigila todo; cámaras de vigilancia y videoconferencia del ser supremo, más comúnmente llamado jefe, instantánea en cualquiera lugar de la fábrica. Muy avanzado para su época. De hecho, casi un siglo después, es un concepto muy reciente y plenamente actual. Una de las grandes decepciones del siglo XXI es que las ideas que se generaron el siglo anterior no han sido todavía superadas. En la década de los sesenta, se pensaba que antes de acabar la centuria todo el mundo tendría su mochila volante propia y tendría plena independencia tanto para surcar la tierra como el cielo. Esto no ha pasado; de hecho, seguimos limitados a las capacidades energéticas del petróleo, como en aquellos años.

   La industria manufacturera: una máquina que controla a una máquina que controla a otra máquina, donde la frontera entre seres de metal y de carne y hueso se hace difusa. Aquí hay una escena mítica que ha pasado a la historia del cine, con Charlot pasando por los engranajes de la máquina, quintaesencia de la sociedad industrial. Cuando aumenta la velocidad de la producción, todo se ajusta al nuevo ritmo, sean máquinas u hombres. A veces falla, claro, como cuando se introduce una máquina para comer, porque hay determinadas conductas que se pueden mecanizar, pero hay otras que no, claro. Pero la cuestión es intentarlo, porque cuanto más se deshumanice una fábrica, más productiva será. Esta es una idea muy recurrente en la ficción; hombre=error humano y máquina=perfección, que ha sido explotada tanto para realzar que, tanto los sueños del hombre como los de la razón, producen monstruos. Por supuesto, para Charlot, el hombre mecanizado acaba enloquecido, irónicamente, por la insufrible monotonía.

   El concepto del personaje que estando en el lugar equivocado y en el momento erróneo, se mete en un lío completamente ajeno a él y se convierte en héroe sindical. Como la Guerra de las Galaxias, vamos, pero en plan sindicalista. Curioso que haya letreros en español como libertad y unidad entre los slogans de los manifestantes, como Libertad y opresión. Está claro que el peso de la comunidad hispana en ciertas ciudades industriales de Estados Unidos ya se empezaba a notar en aquellos años.

   Robar para comer; y el concepto de huerfanitas de madre y con el padre en paro. Y la chica va siempre con los pies descalzos, símbolo de extrema pobreza, en un país donde los zapatos eran la última frontera entre vida y mendicidad. Esta película refleja los terribles años 30 en Estados Unidos, tras el crack económico de 1929. Años de paro, hambre y miseria, y de presos políticos, algunos de ellos ejecutados, como Sacco y Vanzetti; a la gente se le detenía por sus ideas en aquellos años.

   Un colocón de droga que da el típico ejemplo de héroe por accidente, tan comercializado modernamente en el cine y la literatura. Mucha ironía, en verdad, en que la droga sea inesperada causante de su buena fortuna posterior. Evidentemente, hoy día esa escena no se habría podido emitir, hubiese sido censurada.

   Disturbios y pobreza. Muere el padre de las huérfanas. Drama, por supuesto, en una película de risa. Curioso. Este es un concepto muy típico de Charlot, mezclar de manera absoluta dos conceptos tan antagónicos entre sí. Eso es algo que apenas se hace, porque es muy complicado escribir guiones donde una cosa no obscurezca la otra; el drama acabe con las risas, o las risas desvirtúen el drama. Poca gente es capaz de mezclar los dos conceptos; quizá Joss Whedon es el único que lo logra.

   Una celda de oro; mientras fuera, en libertad, se mueren de hambre, número 7 vive la fantasía del zoológico, donde los animales viven enjaulados pero con una viva cómoda y sin sobresaltos. Una metáfora sobre la vida moderna, donde se sacrifican sueños en aras de la estabilidad y la seguridad. Ya se sabe; cuanto menos se arriesga, menos se tiene que perder, pero también menos se tiene que ganar.

   Cuando le dejan libre, se encuentra con la disyuntiva de que Libertad=hambre, prisión=comodidad. ¿Cuánta gente preferiría lo primero y cuánta lo segundo? Un interesante debate filosófico. Por supuesto, cuando ve lo duras que están las cosas fuera, en la selva, hace todo lo posible por volver a la cárcel. Hasta que se encuentra con otra curiosa alternativa: la comodidad o el amor. ¿Hay algo mejor que una cárcel de oro? Por supuesto que lo hay, piensa Charlot: una mujer. Ah, la divina inocencia de los años 30. Qué romántico. Por cierto, la chica va descalza y lleva ropas raídas, pero el maquillaje de la cara es perfecto, claro. Gracioso.

   Je, je… Está claro que en aquella época la gente iba directa al grano; apenas hace unas horas que se han conocido, y ya están pensando en tener una casa y formar una familia. Sin duda, es lo que se dice amor matrimonio a primera vista. La vida es sueño, claro, y los sueños sueños son. Suena “Smile” de música de fondo, como no puede ser de otra manera, una canción mítica siempre asociada a Charles Chaplin.

   Un vigilante que se rompe la pierna supone un golpe de suerte; la vida es así; la desgracia de unos es la suerte para otros. Los dos, él con su nuevo empleo y ella disfrutando de una noche en el paraíso, parece que han encontrado su lugar en el mundo. Sin embargo, aparece el pasado; Big Bill de la fábrica de acero, ahora convertido en atracador. Honrados trabajador convertidos en ladrones para poder comer; uno de los grandes dramas de los años 30. Aquí tenemos un nuevo ejemplo de la bondad humana que impregna Tiempos Modernos; Charlot se auto inculpa del robo. Pasa diez días en la cárcel.

   Una casa vieja abandonada; más vale eso que nada. La felicidad no depende tanto de lo que se tenga, sino de con quién se esté. Un mensaje muy poderoso que hoy día tiende a olvidarse, por eso.

   Reabren la fábrica; simboliza el final de la época más dura de la depresión económica. Vuelve a haber trabajo. Y al poco tiempo, hay huelga otra vez. Paro-trabajo-huelga-disturbios-cárcel-paro. El ciclo infernal que no se detuvo en mucho tiempo y que bloqueó el sistema social y económico.

   Un golpe de suerte convierte a la pobre indigente descalza en Bailarina de café. Por segunda vez, va a esperarle a que salga de la cárcel. Pera la situación ha cambiado; la primera vez era pobre y había encontrado una casa; ahora era una mujer trabajadora con posibles (tiene hasta monedero) y que además le ayuda a conseguir empleo. Pero la vida es dura. Cuando parecía que habían encontrado el trabajo ideal para los dos, deben salir huyendo. La tragedia, en fin, que nunca les abandona. La vida es dura, ya se sabe, y la tostada siempre tiende a caer del lado de la mantequilla.

   Sin embargo, de la amargura final surge un nuevo amanecer. Solos en la desértica carretera, vuelven a levantarse y siguen adelante, hacia el futuro. Y es que el mensaje final, el sentido de la existencia humana, es obvio; siempre luchar, nunca rendirse ante las adversidades, afrontarlas con entereza de ánimo y alegrarse simplemente por estar vivo. Porque, ya se sabe, no está muerto quién camina.

   Just smile.

viernes, 14 de mayo de 2010

Buffy Octava temporada en Comic


   Mi primera entrada. Y creo que es justo que se dedique a una serie mítica, Buffy, un gran hit televisivo que ha sido trasplantado al comic. En fin, he tenido ocasión de leer el comic, hasta el número 35 (la temporada son 40, a uno por mes, llevará ya cuatro años saliendo). Y bueno, siendo obra de Joss Whedon, es evidente que tiene un profundo mensaje feminista, sobre la realización de la mujer y sus conquistas sociales en una sociedad patriarcal y todo eso, así que voy a comentar algunas cosas que me han llamado la atención. Obviamente, aviso que todo lo que viene a continuación contiene spoilers hasta el capítulo 35 del comic.

   La temporada, en sí, es una aproximación, de manera simbólica, a la vida de una mujer ejecutiva, máxima responsable de una empresa de implantación mundial, que ronda la treintena de años. Para quien haya visto el show televisivo, recordará que, si tomamos ser caza-vampiros como un trabajo, Buffy va pasando por las siguientes categorías profesionales: al principio es trabajadora por cuenta ajena, con un jefe jerárquico inmediato, Giles, que a su vez tiene un jefe superior. Ese es su status hasta el final de la tercera temporada, donde Buffy se independiza. En cierta manera, se convierte en autónoma, siendo ella ahora la jefa, ayudada por unos cuantos amigos-compañeros. Vamos, una pequeña empresa. Esta situación dura hasta mitad de la séptima, donde, por así decirlo, la empresa crece y se convierte en mediana, teniendo ya Buffy a decenas de empleadas a su mando. Así acaba el show televisivo.
   En la octava temporada, en el comic, desde el principio Buffy está en la cúspide de una macro-organización con implantación mundial, con sucursales por todo el planeta. Buffy está al mando, y ya no es la benjamina, sino una mujer a la que sus empleadas, más jóvenes que ella, le tratan como señora. Los tiempos de juventud han pasado, y ahora está en plena madurez laboral y personal. Desde cualquier punto de vista profesional, su carrera no podría por más que considerarse como exitosa, porque es el primera entre un grupo de privilegiadas, lo mejor de lo mejor del mundo, mujeres extraordinariamente fuertes.

   Esto conlleva sus problemas. Vivimos en un mundo patriarcal, donde los hombres han ejercido, controlado y distribuido el poder. Donde, de manera individual, hay mujeres que a lo largo de la historia han tenido el poder; por poner algunos ejemplos, la Reina Cleopatra de Egipto, la Reina Teodora en el Imperio Bizantino, Isabel la Católica en el imperio español, Juana de Arco, que comandó ejércitos en Francia en el siglo XV, o más modernamente, Margaret Thatcher, primera ministro inglesa en la década de los 80 del siglo pasado, o la más actual Angela Merkel, que gobierna en Alemania. Mujeres que han gobernado o gobiernan individualmente, pero rodeadas por un sistema dominado y ejecutado por hombres. De hecho, esa es la historia de la cazadora, una sola mujer, con poderes místicos, en una sociedad patriarcal que la controla, al mismo tiempo que le pide que la proteja… hasta el episodio final de la séptima temporada televisiva, donde todas las potenciales cazadoras obtienen automáticamente sus poderes.

    Así, en la octava temporada ya no hay sólo una super-mujer, sino que hay miles, que se organizan y gobiernan entre ellas. Y Whedon se pregunta; cuando sólo había una, el sistema antiguo lo soportaba, porque es evidente que una sola mujer no va a poder controlar el mundo. Pero; ¿cómo reaccionaría el sistema social tradicional cuando hubiese miles de super-mujeres, con capacidad para convertirse en una especie de gobierno mundial en la sombra? Su respuesta es obvia, claro: lo verían como un peligro que atacaría los cimientos de su sociedad patriarcal. Por tanto, deberían ser controladas, atacadas y, si es necesario, exterminadas. Y esto es lo que pasa en el comic, donde el mundo le declara la guerra a las cazadoras. Así, tenemos el primer big-bad de la temporada, el sistema social tradicional, el universo tal y como lo conocemos. Y sí, realmente, la visión que tiene Whedon de la sociedad actual no es precisamente positiva que digamos; más bien muy pesimista.

    Todo lo anterior se refiere a la historia a nivel global. Pero, al mismo tiempo, dentro de esta guerra mundial contra las cazadoras, hay una historia a nivel personal, la de Buffy. Ella se encuentra en un momento crucial de su vida, donde debe decidir entre un cruce de camino, entre su felicidad individual y su responsabilidad laboral, entre la relación de pareja y la relación con sus amigos y su familia. Buffy se encuentra en la cúspide profesional, pero su vida personal no puede ser más triste. En los primeros capítulos vemos como echa de menos su vida sencilla en Sunnydale, su casa, sus parejas anteriores. Sufre una gran presión en su trabajo que le impide encontrar una relación sentimental estable. Primero lo intenta con una empleada, Satsu, pero no funciona, porque mezclar trabajo y amor es una fórmula casi imposible de compaginar. Después se fija en un viejo amigo desde el instituto, que siempre ha estado a su lado, Xander, pero es demasiado tarde, porque él se ha enamorado de su hermana Dawn.

   Así, sola, triste y humillada, se encuentra con que, un buen día, reaparece en su vida su primer amor, Ángel, para hacerle una proposición casi imposible de rechazar. El primer amor siempre es especial; se tiende a idealizar, se olvida lo malo y se mitifica lo bueno; es un amor, en cierto modo, platónico, que queda en la esfera de la fantasía, de la eterna historia de Romeo y Julieta. Cuando Ángel llega, le promete un futuro perfecto, vivir en el Edén, en un espacio de amor y felicidad completa, sin problemas, sin obligaciones, sin trabajos: sólo pura y completa felicidad en el paraíso. Fácilmente, podríamos trasladar esta historia a la vida real; imaginemos a una alta ejecutiva treintañera, viajante por el mundo. Tiene un alto status social, gana mucho, mucho dinero, y posee una casa de lujo… donde las pocas veces que su exigente trabajo le deja descansar y pasar unos días en ella se le cae encima, cons sus sobrias paredes y sus estruendosos silencios, porque está allí sola; no tiene novio, ni ha tenido tiempo para formar una familia en su absorbente vida laboral. Y, en su día más triste, cuando más sola se siente, aparece un viejo amor de juventud que le propone en matrimonio, que le promete ocuparse de ella, pagar sus gastos, su vida, para que ella solo tenga que ocuparse de él, de su casa y de sus hijos. Así, podrá vivir feliz el resto de su vida, sin complicaciones, sin problemas, en una hermosa casita en las afueras con jardín.

   Aunque al principio Buffy cae en la tentación, acaba desechando la jaula de oro, la trampa que Ángel y el universo a través de él, le ofrece, y decide volver al mundo real, con sus amigos, con su familia. Un mundo donde hay problemas, donde uno nunca sabe lo que le espera, pero donde sé es libre. LIBRE. Y este es el mensaje feminista de Whedon en esta temporada; para una mujer, lo cómodo es aceptar que el sistema social se ocupe ella: encontrar un hombre que la ame y la cuide, que la proteja a ella y a sus hijos. Vivirá sin problemas, pero realmente no será feliz, porque no es libre, porque no podrá realizarse por sí misma, sino que lo hará en función de los demás: el sistema, su esposo y sus hijos. Por tentador que sea esta trampa seductora, una mujer tiene que huir de ella si quiere tener valor por sí misma. Así, el segundo big-bad de esta temporada es Twilight, es la relación entre Angel y Buffy, entre Romeo y Julieta. Una relación de pareja donde la mujer está subordinada al hombre y a la sociedad patriarcal, que deciden su vida y su destino por ella.

   Queda el final de la temporada, los últimos cincos capítulos del comic. Me imagino que el mensaje final que Whedon querrá lanzar es que el camino que debe seguir una mujer fuerte e independiente es no dejarse seducir, por tentador que sea, por las trampas que pone el sistema social actual. Por el contrario, debe rechazarlo y buscar un hombre que la quiera por lo que es, una mujer fuerte e independiente con gran personalidad, que no la quiera encerrar en una jaula de oro, sino que la apoye en su trabajo y confíe en su criterio. Y me imagino que ese papel lo hará Spike, claro, que ha aparecido en plan Mad Max al final del capítulo 35. Aunque, siendo como es Whedon, dudo mucho que la cosa acabe con un happy End y con Buffy y Spike siendo felices y comiendo perdices, sino que más bien la cosa acabará de manera trágica, jeje, con varias muertes terribles y heroícas de personajes importantes. En fin, dentro de unos meses lo sabremos.

   Bueno, esta es mi visión general de la octava temporada de Buffy. Con el tiempo, iré haciendo un análisis más concreto sobre los distintos arcos de la temporada (Time of your life, Retreat, etc.) y de las historias de los demás personajes.